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Alternativas al Capitalismo – Colonialismo del Siglo XXI

??????????????Por Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo

 

El aparato mediático privado y los discursos oficialistas coinciden en este punto: son excelentes voceros del viejo credo de Margaret Thatcher: There is no alternative. No hay alternativa al extractivismo, no hay alternativa a la modernización bajo parámetros occidentales, no hay alternativa a la democracia representativa que se limita a lo electoral, no hay alternativa al formato actual de globalización con su derroche insensato de energía y recursos, ni a las guerras por materias primas. O si es que hubiera alternativa, se nos hace creer que es o un modelo anglosajón neoliberal o un capitalismo autoritario como China, con algunos elementos neokeynesianos, quizás. Nos enfrentamos a un cartel de opinión sumamente poderoso, cuya hegemonía está, sin duda, más que afirmada. Y lo más perverso es que el discurso dominante nos vende sus actos como acciones para “erradicar a la pobreza”, mientras producen, sistemáticamente, nueva pobreza: pobreza por desplazamiento; pobreza por desposesión; pobreza por migración forzada; pobreza por contaminación ambiental y secuelas en la salud; pobreza porque personas que antes se abastecían, aunque modestamente, con su pedazo de tierra, ahora pasan a depender de las prestaciones concedidas por el Estado, al menos mientras dure la bonanza de los precios de las materias primas. No solamente se les despoja de la tierra, sino de su independencia y dignidad, de su capacidad de decisión, de su contexto social y político. Después, esta gente será simplemente pobre, y más pobre que antes.

Lo que se nos ofrece es participar de una narrativa colonizadora, modernizadora, homogenizadora, invisibilizadora de lo diferente. Se nos promete un futuro como clientes –del mercado y, al mismo tiempo, del gobierno de turno, por lo general– sin demasiada capacidad de decisión; pero eso sí, rodeados de pantallas parpadeantes –televisores, tablets, celulares– que nos permiten pasar el tiempo de forma entretenida, sin enterarnos tanto de lo que sucede alrededor. Mucha gente, sin duda, está contenta con estas nuevas posibilidades de consumo, con formar parte finalmente de un mundo del que históricamente era excluida, y nunca ha considerado que esto pudiera conllevar un problema para sus hijos y nietos. Lo que perdemos, muchas veces es menos palpable que lo que compramos, pero no menos importante.

Pensamos que es fundamental replantear, más allá de los indicadores usuales, qué es lo que entendemos por pobreza; y qué, por riqueza. Reformular cómo queremos vivir; enfrentar la centralidad del consumo; revalorar las relaciones sociales, la convivencia, el espacio público, lo espiritual, nuestros bienes comunes, nuestra capacidad de tomar decisiones informadas y de controlar los territorios en los que vivimos. Revalorar la Naturaleza, cuya existencia es una condición necesaria para la nuestra, por más que esto no se perciba en el día a día de la ciudad.

¿Cómo queremos vivir entonces? ¿A qué queremos conceder valor? Es el gran mérito de los debates sobre el Buen Vivir haber replanteado esta pregunta.
Fuente: Fundación Rosa Luxemburgo / Ediciones Abya Yala – julio 2013
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Por la recuperación de una ciudad para todos

Vivienda, especulación inmobiliaria y desigualdad en la ciudad de Buenos Aires

Por PLATAFORMA 2012:

 

Suele considerarse  que un “boom inmobiliario” es un proceso benéfico en sí mismo, que favorece al conjunto de la sociedad generando empleo, riqueza y oferta de viviendas. Detrás de este supuesto del que se sirven diferentes gobiernos municipales y provinciales así como el gobierno nacional, están en juego poderosos intereses y se ocultan grandes falencias que están haciendo colapsar las ciudades.

La construcción puede ser un factor determinante para generar puestos de trabajo, pero no puede justificar la destrucción de una ciudad como espacio habitable, ni soslayar el vertiginoso aumento de la brecha social o la privatización de espacios públicos. La progresiva demolición de la sustancia urbana, la indiscriminada construcción de torres obedecen exclusivamente a una lógica especulativa, cuya contracara es la dificultad de acceso a la vivienda por parte de los sectores populares y clases medias, así como del hacinamiento en villas, barrios, hoteles e inquilinatos de los carenciados.

Ante esta situación Plataforma 2012 considera que existe una relación directa entre la especulación inmobiliaria y la conflictividad creciente generada por la falta de viviendas dignas para los sectores de menores recursos.

 

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Fuente: Plataforma 2012 – Agosto de 2012

Vecinocracia

Re-tomando la ciudad

Por Editorial Retazos y Tinta Limón Ediciones

 

Hace ya un año de los sucesos del Parque Indoamericano de diciembre del 2010. El Indoamericano compone una de las caras menos visitadas de la ciudad de Buenos Aires. Tal vez porque en ella no se refleja ninguna de las misivas retóricas con las que se aspira a captar el espíritu de una ciudad que se presenta oficialmente como abierta al turismo, santuario de la cultura, meca del cosmopolitismo, crisol de razas, y sitio de una amabilidad cívica y laboratorio de creatividad política. Encontramos en este fragmento crudo de la vida urbana claves de comprensión de lo que hay, y de lo que podría haber. El presente y sus posibles. Los episodios violentos del Parque Indoamericano conjugan en un único movimiento la demanda de tierra y vivienda junto con la dinámica de valorización inmobiliaria; la acción directa de masas junto con complejas operaciones punteriles; el racismo que transversaliza lo social, las instituciones de gobierno y los clichés mediáticos, junto a un reverdecer de la sacrosanta nacionalidad argentina vinculada a la defensa de la propiedad privada; la violencia criminal, civil y policial, junto a momentos agónicos de la vida colectiva y comunitaria; el estatuto del espacio público y la resignificación de la figura del “vecino”. Indoamericano: cruel retrato que tiñe el sentido del “sos bienvenido”, y que debería poder escucharse como fondo –¿Por qué no?– del “fuerza Cristina”.

¡Bienvenidos a la selva urbana!
A la ciudad de los infinitos planos. Pseudo-ambiente vivo, saturado de información. Ciudad-drama de los procesos de lo común y de la guerra civil de los modos de vida. Bienvenidos, entonces, al agite urbano del continuo juego de cierre y apertura, de ligue y desligue. Ciudad espejo –a veces ajustado/ casi siempre distorsionado– de las fórmulas de producción de valor. Ciudad bio-política, cuando es objeto de mecanismos de apropiación del valor social, cuando es espacio de resistencias a los mecanismos de control, cuando es territorio dinámico de nuevas percepciones y modos del conocer. Ciudad productiva, fábrica de las formas de vida que en ella se mezclan, se distinguen y se entretejen. Ciudad-arcón de memorias, sentidos y conflictos. Bienvenidos a la fábrica
misma de la ciudad, a la fábrica social.

(…)
Hacer ciudad. Es lo que procuramos y lo que se nos impone. Bichos de la jungla capaces de gestualidad urbana. El gesto que acoge y reconoce inaugura un aprendizaje mutuo. Abre a un encuentro con nuevas potencias. Existe un derecho al gesto que es inseparable de todo derecho a la ciudad. Y la escritura es parte constitutiva de esta gestualidad. Estos apuntes son una invitación a juntarse, a investigar, a desarrollar acciones, a seguir escribiendo. Porque la ciudad supone y aspira desde siempre una teoría política, a un juego que afirma los usos comunes y sus mutaciones por medio de una gestualidad inevitablemente política.

Y el gesto político, la invitación a la escritura parte siempre de afirmar la igualdad de potencia de los desiguales sociales.

La conversación no depende de saberes específicos o técnicos sino que circula en y desde el mismo hacer ciudad. Conversación con amigos, con gente a la que conocemos o podemos conocer. Impulso a la escritura que es dolor, bronca, curiosidad, indignación, empatía, alegría, ganas. Desde lugares tan diferentes como recorridos urbanos existen. Como necesidad persistente de cartografías para apropiarnos de la ciudad como riqueza común. De una temporalidad común. Un año del Indoamericano se yuxtapone con diez años de 2001. Las preguntan se amontonan y se lastiman restrospectivamente. Son esas heridas las que nos aproximan a una enunciación común. Contra la lengua neoliberal que separa puntillosamente y por etiquetas cada uno de los estereotipos y las demandas que no deben mezclarse. Buscamos hacer un texto una invitación advertida sobre el sistema de fronteras, que atraviese guetos urbanos, zonas políticas y temas privados. No es nada fácil.

 

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Compartido bajo licencia creative commons por lxs autores

 

El derecho a la ciudad

Por David Harvey

Vivimos en una era en la que los ideales de los derechos humanos se han colocado en el centro de la escena tanto política como éticamente. Se ha gastado una gran cantidad de energía en promover su significado para la construcción de un mundo mejor, aunque la mayoría de los conceptos que circulan no desafían fundamentalmente las lógicas de mercado liberales y neoliberales o los modos dominantes de legalidad y de acción estatal. Vivimos, después de todo, en un mundo en el que los derechos a la propiedad privada y el benefició aplastan todas las demás nociones de derechos. Quiero explorar aquí otro tipo de derecho humano, el derecho a la ciudad.

¿Ha contribuido el impresionante ritmo y escala de urbanización de los últimos cien años al bienestar humano?

La cuestión de qué tipo de ciudad queremos no puede estar divorciada de la que plantea qué tipo de lazos sociales, de relaciones con la naturaleza, de estilos de vida, de tecnologías y de valores estéticos deseamos. El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los recursos urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. Es, además, un derecho común antes que individual, ya que esta transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo para remodelar los procesos de urbanización. La libertad de hacer y rehacer nuestras ciudades y a nosotros mismos es, como quiero demostrar, uno de nuestros derechos humanos más preciosos, pero también uno de los más descuidados.

 

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Los 6 puntos para la Ciudad Futura

Por Movimiento Giros

 

El problema no es si el glifosato contamina (aunque lo haga) el problema es compartir la utopía de Monsanto y de Cargill.

(…)

El problema no es que Clarín mienta (aunque lo haga) el problema es compartir la utopía de Clarín.

(…)

El problema no es que no hay crédito para vivienda (aunque no haya) el problema es compartir la utopía de Rosental.
(…)

Ningún proyecto de territorio, es decir de País, de Provincia o de Ciudad puede confiar de estas utopías. Mucho menos estar basada en ellas. No puede tampoco intentar siquiera amoldarse a ellas. A estas utopías, parafraseando el Che, “ni tantito nada”. ¿Por qué? Simplemente porque lo que está en juego no es solamente nuestra propia vida, sino las condiciones mismas de posibilidad de la vida.

Porque cualquier utopía necesita un espacio físico de realización. Y por eso la guerra que se desata. “Sí, las guerras ahora no se conforman con conquistar un territorio y recibir tributo de la fuerza vencida. De manera simultánea a la destrucción y el despoblamiento, se opera la reconstrucción de ese territorio y el reordenamiento de su tejido social, pero ahora con otra lógica, otro método, otros actores, otro objetivo. En suma: las guerras imponen una nueva geografía.” Dice el sub comandante marcos. Y por eso el EZLN hace lo que hace y de la manera que lo hace.

Es nuestro deber pues, y el de muchos otros, no sólo atacar estas utopías, mostrar su verdadero carácter sino construir la nuestra propia. Mostrar que es posible otro modelo. Y hacerlo aquí y ahora. En este espacio y en este tiempo.
Dicen que Cargill a la hora de pensar y diseñar sus estrategias de mercado, dónde, cómo y con qué seguir expandiéndose, utiliza un mapa físico del mundo. Es decir, un planisferio donde no existen fronteras, países o estados. Solo mares, ríos, montañas y llanuras. Y en base a eso, sin importale lo que “realmente” hay allí, inicia su avanzada. Luego verá cómo se llama esa ciudad, ese país y que tipo de gobierno opera. Es secundario. Porque si hay que desviar un rio o ensancharlo lo hace. Si hay que operar entre fronteras, se hace. Y si hay que llevar un tipo de cultivo a un lugar que nunca supo de eso, porque tiene las vías de acceso que abaraten los costos de traslado. Va e impone el cultivo. Casos sobran, y de hecho en nuestra provincia un ex gobernador puso en sus sueños la utopía de Cargill cuando dijo “el Paraná es una ruta, hay que convertirlo en una autopista”. De eso se tratan las utopías.

Es por ello que hoy, la lucha no se centra exclusivamente en el estado nacional sino que cada territorio es susceptible de ser trasformado. Para bien, o para mal. Eso depende de que utopía la transforme. Dicen que las ciudades toman la forma del desierto al que se oponen, es momento entonces de contrastar esas Utopías. Quien las tenga que las muestre. Quien quiera oir, que oiga.

Eso son los 6 puntos para la Ciudad Futura…

 

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Fuente Movimiento Giros – 2011